29 Dic Balón gástrico: Un caso real
Seguramente hayan escuchado hablar del balón gástrico o balón intragástrico. Consiste en un globo de silicona blanda que se coloca en el estómago mediante una endoscopia y se rellena con suero fisiológico con el objetivo de disminuir el apetito y provocar una sensación de saciedad de forma rápida en personas con obesidad. Transcurridos entre seis y ocho meses, se suele extraer de nuevo mediante endoscopia, aunque si el profesional lo considera oportuno puede alargarse hasta un año.
Debido a los hábitos de vida de las sociedades desarrolladas, la falta de ejercicio y el abuso de alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas, es cada vez más frecuente padecer obesidad, lo cual puede desencadenar en problemas para la salud como diabetes, hipertensión arterial, insuficiencia venosa, entre otras afectaciones.
La experiencia de uno de nuestros pacientes con el balón gástrico
Personas como yo sabemos lo que supone vivir con el problema de los kilos (muchos) de más convirtiendo el día a día en una lucha permanente. Hace dos años decidí ponerme un balón intragástrico en mi estómago con intención de controlar mi sobrepeso y aprender a llevar una vida sana y sin prejuicios.
Fueron necesarios varios meses y la colaboración de la Unidad de Dietética y Nutrición del Centro Clínico Quirúrgico de Aranjuez para adaptarme a mi nueva vida. No fue solamente la colocación del balón, sino el compromiso que tuve que adquirir con el tratamiento y las recomendaciones de médico y de nutricionista. No es que te cambie la vida la implantación en sí, sino las costumbres adquiridas debido a ello. Es aprender a comer.
Yo he sufrido durante mucho tiempo de obesidad. Cuando inicié el tratamiento mi peso inicial era de 125 Kg y después de 11 meses conseguí reducirlo a 97Kg. Lo más asombroso fue ver cómo, una vez superados los momentos iniciales, la dieta líquida, la abstinencia de alimentos refinados (más seria de lo que parece) y adquiridos los nuevos hábitos, la buena vida y la buena educación alimentaria se me presentaba como la principal opción y no como alternativa: salir a hacer deporte, beber menos (o no hacerlo) y sustituir por comida fresca y real casi todo lo que resultaba nocivo para la empresa que estaba llevando a cabo. Fue imprescindible el apoyo incondicional de mi mujer y mi familia, siempre atentos a mi salud y a mis cambios de humor e inseguridades durante el proceso.
Hace ya casi un año que me lo extrajeron mediante gastroscopia y mis hábitos, a excepción de algunas fechas puntuales, han persistido al embiste de las tentaciones. Ahora, los excesos se presentan de una forma más sutil y concienciada. Personal y sinceramente recomiendo someterse a este sencillo tratamiento a todas aquellas personas que vean que su autoestima y su confianza y sobre todo su salud, se vean mermadas por su aspecto físico y su sobrepeso ya que es un proceso que tiene solución y te cambia, literalmente, la vida.