15 Jul Dos claves sobre la alimentación en verano para los niños
Con la llegada del verano, es fundamental prestar atención a la alimentación de nuestros hijos. Las altas temperaturas y los cambios en la rutina, sobre todo si durante el curso van al comedor, pueden afectar sus hábitos alimenticios. En este artículo, nos enfocaremos en dos aspectos clave para una buena alimentación infantil durante esta temporada: la variedad y los horarios.
Variedad
Incluir todos los grupos de alimentos es esencial para asegurar el aporte total de nutrientes que nuestros niños necesitan para crecer sanos y fuertes. A continuación, detallamos los principales grupos de alimentos y ejemplos prácticos:
- Hidratos de Carbono:
- Cereales integrales, de trigo, maíz, avena o arroz.
- Frutas y verduras de estación.
- Pastas y arroces con tomate, atún, pesto, champiñones, etc.
- Legumbres en ensalada, guisadas o en forma de hummus.
- Proteínas:
- Carnes de pescado, pollo, conejo, ternera y cerdo.
- Huevos, ya sea en tortillas o duros en las cenas.
- Grasas:
- Pan con aceite de oliva en el desayuno.
- Lácteos enteros.
- Frutos secos.
Es importante que los adultos supervisen y guíen las elecciones alimenticias de los niños, ya que ellos suelen preferir alimentos que les gustan en lugar de los que necesitan.
Horarios
Durante el verano, los horarios pueden cambiar significativamente. Sin embargo, es crucial no saltarse comidas. Si los niños se despiertan tarde, cerca de la hora del almuerzo, es recomendable que desayunen al menos una pieza de fruta o un vaso pequeño de yogur para mantener hábitos alimenticios saludables.
Uno de los errores comunes durante las vacaciones es la desorganización permanente como forma de descanso, lo cual puede convertirse en un factor de riesgo para la alimentación infantil. El desorden y la falta de control en la cantidad y calidad de los alimentos pueden llevar al consumo excesivo de productos ricos en hidratos de carbono y grasas, como snacks embolsados, chuches o picoteo a cualquier hora. Este tipo de alimentación desestructurada puede generar un deseo constante de sabores intensos, dulces o salados, que los niños asocian con relajación, aburrimiento, diversión y distensión. Este patrón alimenticio queda registrado en la memoria y hace más difícil volver a la rutina, lo cual puede vivirse de manera negativa y causar episodios de ansiedad por la comida.
Marisa Torrres. Nutricionista.